El cuento navideño que nunca habías escuchado.
Santa no se trata solo de los regalos. Vean algo más profundo en esta figura mitológica. Una historia significativa. Encuentren un reparto de personas con determinación, compasión y valor que hace el viaje a la fama mitológica a pesar de sus debilidades y flaquezas. Quiten el velo de la magia, para revelar las dificultades del amor y la pérdida, y la lucha con la vida.
Porque Santa Claus es mucho más que regalos.
A principios de los 1800, Nicolás, Jessica y Jon Santa emprendieron el primer viaje hecho por humanos al Polo Norte y encontraron a una antigua raza de gente que había sobrevivido la Edad de Hielo. Son bajitos, gorditos y peludos. Se deslizan sobre el hielo con sus suelas escamosas y tallan sus casas del hielo que flota en el océano Árctico. Los élficos se han adaptado a la vida en el frío extremo. Su raza es tan sabia como antigua.
Sus avances tecnológicos han rendido grandes inventos—aparatos que paran el tiempo y esferas gravitacionales que construyen muñecos de nieve vivientes y renos genéticamente modificados que saltan grandes distancias. Hasta han descubierto los secretos del envejecimiento. Durante 40,000 años han vivido en paz.
Hasta ahora.
Un élfico conocido como El Gélico ha creado una división entre su gente. Él se ha cansado de su aislamiento y quiere conquistar al mundo. Sólo un élfico se encuentra en el camino entre El Gélico y el caos total. Tiene una barba blanca y un abrigo rojo. La familia Santa le ayudará a detener a El Gélico.
Llegarán a auxiliar a un élfico legendario conocido como…Claus.
Tony Bertauski
Mi carrera como autor inició con artículos en revistas, libros de texto sobre el diseño de paisajismo y un artículo regular en el periódico Post and Courier de Charleston en Carolina del Sur. Sin embargo, siempre me ha gustado la ficción. Mi abuelo nunca se graduó de la preparatoria. Se jubiló de una fábrica de acero en los 1970s. No tenía educación formal, pero leía todo lo que podía. Recuerdo revisar sus libreros que tenían novelas de ciencias ficción, libros rústicos que olían a papel viejo; yo bajaba libros de Piers Anthony e Isaac Asimov de las repisas con la promesa de devolvérselos. Me fascinaban los robots que podían actuar y pensar como las personas. ¿Qué les pasaba al morir? Soy un lector cínico. Exijo que el autor me meta a su cuento y me mantenga ahí hasta el final. Prefiero estar en un velero que escalar una montaña. Quiero escribir sobre estos temas, no los temas asignados en la escuela. Quiero crear historias que te mantienen despiertos en las noches. Tener una historia desenvolverse dentro de tu cabeza es una experiencia distinta a la lectura. Conectas con los personajes en una forma más profunda y significativa. Empatizas con ellos, muestras apoyo para ellos, hasta lloras una pérdida. El reto es que el lector experimente lo mismo, aunque sea una sola parte de lo que siente el autor. Eso no es fácil. En 2008, gané el South Carolina Fiction Open con Four Letter Words, un cuento corto inspirado por mi abuelo y el Mal de Alzheimer. Mi primer paso como novelista empezó cuando desarrollé una historia para motivar a mi hijo a leer. Esa historia es el Saga de Socket Greeny. Socket accedió en mi fascinación con los temas de la consciencia y la identidad, pero este personaje lo hace desde la lucha de un adulto joven a encontrar su lugar en el mundo. Después de Socket, pensé que había terminado de escribir ficción, pero las ideas seguían llegando y yo seguí escribiendo. La mayoría de