En este volumen (I) el autor hace una introducción directa y clara de los temas, relata casos reales y llega a una conclusión que llama la atención por su actualidad. En algunos de los casos expuestos se ha reservado algunos de los nombres de las personas a las que les ocurrieron esos eventos, y en algunos casos los de aquellos que se los proporcionaron.
"A menudo se pregunta: ¿Cree usted en las profecías y los milagros? Sí y no, se puede responder; eso depende. En general, sí; sin duda creemos en ellos, y no somos del número de los que "se complacen", como dijo Fénelon, "en rechazar como fábulas, sin examen, todas las maravillas que Dios hace". Pero si se llega a lo particular, y se dice: ¿Creéis en tal revelación, en tal aparición, en tal curación? aquí es donde nos corresponde no olvidar las reglas de la prudencia cristiana, ni las advertencias de la Sagrada Escritura, ni la enseñanza de los Teólogos y de los Santos, ni, finalmente, los decretos de los Concilios, y los motivos de esos decretos. ¿Ha hablado la Autoridad competente? Si ha hablado, inclinémonos con todo el respeto debido a los juicios eclesiásticos graves y maduros, aun cuando no estén revestidos de autoridad infalible; si no ha hablado, no seamos de los que rechazan todo con espíritu partizano, y quieren imponer a todos esta incredulidad; ni de los que admiten todo a la ligera, y quieren igualmente imponer su creencia; seamos cuidadosos al discutir un hecho particular, para no rechazar el principio mismo de lo Sobrenatural, pero tampoco cerremos los ojos a la evidencia del testimonio; seamos prudentes, hasta el más cuidadoso escrutinio -el tema lo requiere, las Escrituras lo recomiendan-, pero no seamos escépticos; seamos sinceros, pero no fanáticos: ese es el verdadero medio. Y no olvidemos que la mayoría de las veces el camino más seguro en estos asuntos es no precipitarse en el juicio, no decidir tajantemente y afirmar absolutamente; en una palabra, no
Frederick George Lee fue un sacerdote de la Iglesia de Inglaterra y un autor religioso.
Lee se formó en el Cuddesdon Theological College y fue ordenado sacerdote en 1856 por el obispo de Oxford, Samuel Wilberforce. En Aberdeen tuvo dificultades con el obispo por sus prácticas rituales; más tarde fue vicario de All Saints' Lambeth, Londres.
Además de sus sermones publicados, libros y obras literarias, Lee editó numerosas publicaciones periódicas durante su carrera, como The Union Newspaper, The Scottish Miscellany, The Union Review, The Church News, The Church Herald, The Lambeth Review, The Reunion Magazine.