Érase una vez, en la Tierra de los Sueños, un potrillo llamado Lucero que vivía con su padre, Raudo, en una cabaña. Esta se ubicaba en la cima de una pequeña colina que dominaba la orilla del mar.
Lucero era de color blanco. En cuanto al padre, era negro, musculoso, veloz —tanto o más que el viento—, inteligente y sabio. Solía pasar horas y horas contemplando las estrellas de la noche, las olas del mar o las maravillas del campo, incluidas las plantas y pequeñas criaturas.
Profesora y educadora desde hace casi 20 años. Especializado en escritura de novelas. Me gusta la pintura, la poesía y el fútbol.